Manual antidebates. Ideas para la destrucción de una Nación

La argumentación es útil cuando se confrontan ideas para toma de decisiones importantes que demandan realizar un análisis balanceado de las situaciones a través de una evaluación crítica; pero cuando el objetivo es mantener el poder a toda costa, imponer la voluntad independientemente de las consecuencias, el debate (y la argumentación responsable que él implica) lejos de ser una herramienta, son un estorbo.
Cómo impedir el debate de ideas y el desarrollo del diálogo constructivo son los objetivos de las siguientes líneas. La premisa fundamental es imposibilitar la argumentación, suprimirla antes de su aparición.
1. Descalifique al enemigo: la primera premisa es descalificar al enemigo, desconocerlo, insultarlo, minimizarlo. Con maricas, asesinos y fascistas no se negocia. Se aniquilan, pulverizan. La criminalización, descalificación, anulación, descrédito y desprestigio de los adversarios son las herramientas más útiles para impedir el diálogo. ¿Cómo puedo responder tus argumentos, si no eres digno siquiera de ser escuchado?
2. Saco de gatos: una herramienta extraordinaria para anular e invisibilizar al enemigo es la construcción de un saco de gatos. Cree una categoría abstracta con un componente altamente peyorativo, y luego etiquete a todos los enemigos con la categoría. Nazi, fascista, apátrida, asesino, golpista o cualquier otra. No importa que los enemigos sean descendientes de personas que murieron en campos de concentración, tampoco que pertenezcan a partidos políticos que hayan realizado la más importante nacionalización en la historia del país. Tampoco importa que defiendan los Derechos Humanos, ni mucho menos que sean civiles defensores de la institucionalidad democrática, pues, de seguro, alguien, en algún lugar debe estar conspirando. Además, no es necesario dar ninguna prueba de dichos delitos. Solo importa la etiqueta, luego, identificar a todos los enemigos con ella.
3. Todo tiempo pasado fue peor: otra técnica para suprimir el debate extraordinariamente efectiva es la de identificar a todos los enemigos con hechos pasados y gobiernos anteriores. No importa que estos nunca hayan gobernado. Tampoco si pertenecen a generaciones que crecieron durante nuestros gobiernos. En algún tiempo anterior, alguien seguramente hizo algo parecido: ¿cómo hablar de violación de los derechos humanos si los gobiernos anteriores también los violaron?, ¿cómo hablar de torturas si antes también torturaron?. La historia pasada en realidad es la excusa que nos permite realizar y justificar cualquier atrocidad, pues en el pasado incivilizado de toda sociedad, siempre se esconde toda clase de barbaridades.
4. Polarizar, el bien contra el mal: divida la sociedad en dos bandos irreconciliables y convierta toda acción social en una lucha histórica de la humanidad entre el bien y el mal. Cada pensamiento, cada paso, cada acción debe debatirse entre la salvación y la condena eterna. Es necesario impedir la existencia de espacios para la banalidad, la aparición de zonas grises para la tregua política. Esta es una guerra que se batalla en cada rincón de la Nación, en cada decisión de la vida cotidiana. Los patriotas no compran esa marca, los patriotas jamás critican nuestras instituciones. Sólo los enemigos del proceso cuestionan las decisiones. La mejor forma de lograr la polarización absoluta de la sociedad es convirtiendo la política en religión, al partido en su iglesia y a los políticos en sus sacerdotes. El dios, si no lo tenemos, lo inventamos.
5. Mentir: mienta, mienta, mienta… una, mil veces y mil veces más. No existe arma más poderosa en la construcción de un imperio que la mentira. Jonathan Swift afirmaba que mientras “la falsedad vuela (…) la verdad va cojeando tras ella, de forma que, cuando los hombres dejan de estar engañados, es demasiado tarde”. La mentira se esparce entre los hombres a velocidades insospechadas, y logra alcanzar lugares en los que la verdad tiene prohibida la entrada. Mucho más si se tienen a disposición toda la estructura del Estado y los medios de comunicación para ello. La verdad une, por eso mienta.
INFLEXIONES FINALES
Cuando el razonamiento se apodera de la dinámica política se corre el riesgo de que puedan abrirse distintas perspectivas sobre la realidad. Este hecho significa el fracaso de la iniciativa antidebate, y por tanto, del proceso.
El diálogo es para los débiles, pues implica ante nada, el reconocimiento del otro, su existencia, su derecho a expresarse, pensar, analizar, evaluar y decidir de forma autónoma.
Todos estos fenómenos son enemigos del proceso, pues permiten la existencia de una remota posibilidad de alternabilidad, la posibilidad de un modo de vida distinto. Es por ello que lo que realmente importa no es ganar el debate, sino evitarlo a toda costa, suprimirlo, pues al fin de cuentas, la ausencia de debate significa la victoria de la verdad única e irrefutable, de la paz verdadera.


Artículo publicado en Política UCAB.

Comentarios

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