La lucha por la democracia no se detiene

Venezuela: Desafíos electorales en tiempos de COVID-19


Artículo publicado a través de: CEPAZ y OGCD

La llegada del COVID-19 ha impuesto grandes retos electorales en todo el mundo. De 70 países que habían programados elecciones durante los dos primeros trimestres del año, 50 decidieron posponerlas para evitar la propagación del virus, mientras los restantes 20 los realizaron con resultados muy variados.
En todos esos casos el desafío ha sido evitar que la crisis sanitaria se transforme en una crisis política, intentando construir un equilibrio entre el riesgo que implica posponer las elecciones y la obligación de proteger la vida de las personas.
En Venezuela, sin embargo, la pandemia llega en el marco de una profunda crisis política que le antecede, por lo que el Covid se transforma, en el contexto electoral, en una variable adicional que debe resolverse junto a otras incógnitas de una muy complicada ecuación.
¿Cuáles son las otras incógnitas de la ecuación?
En primer lugar, en el país se ha extendido una profunda desesperanza electoral. Y no faltan razones. El deterioro de las condiciones electorales se ha acelerado luego de las elecciones parlamentarias de 2015, la última elección democrática realizada en el país.
A partir de entonces, se ilegalizaron los más importantes partidos políticos de oposición, la empresa Smartmatic se retiró del país, luego de denunciar una diferencia entre los resultados anunciados y los recogidos por el sistema automatizado durante la elección de la ANC en 2017. Meses después, durante las elecciones de gobernadores los electores y centros electorales fueron redistribuidos para castigar a los electores opositores. La crisis migratoria, que ha movilizado a una proporción importante de venezolanos ha reconfigurado su distribución tanto en el territorio nacional como en el mundo. Cerca del 20% de los electores ha abandonado el país desde 2016 para escapar de la crisis interna. Y otra cantidad importante han migrado internamente huyendo del deterioro de las condiciones de vida y de la escasez de servicios públicos que azota con especial dureza las zonas rurales, para refugiarse en las grandes ciudades y que gozan de privilegios como agua y electricidad.
Más recientemente, un incendio en los galpones del CNE destruyó casi la totalidad de la plataforma para el ejercicio del voto automatizado que permitía un conjunto de garantías para auditar el proceso de votación.
Por último, pero no por ello menos importante, las autoridades electorales mantienen su doble estatus de gran desprestigio e ilegitimidad, mientras la Asamblea Nacional ha detenido indefinidamente el proceso de designación de nuevas autoridades.
En resumen, no es exagerado afirmar que nos encontramos en el peor momento del sistema electoral venezolano.
Así, el principal desafío electoral es invertir la ecuación de la desesperanzaReconstruir la confianza en el voto como herramienta de cambio.
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