Transiciones y elecciones

Por: Héctor Briceño


El debate sobre el rol de las elecciones en los procesos de transición a la democracia es tan amplio como controvertido. Los autoritarismos realizan elecciones porque obtienen beneficios de ellas, al resolver conflictos internos antes de que se transformen en amenazas para la estabilidad y continuidad del régimen. A través de las elecciones logran redistribuir recursos entre las élites a modo de incentivos para garantizar su lealtad y compromiso con el mantenimiento del sistema. Con ello generan los mínimos de legitimidad interna que les permiten gobernar.

 

Las elecciones también permiten a los regímenes autoritarios identificar liderazgos emergentes y cooptarlos dentro las filas del gobierno, así como identificar los liderazgos opositores, sus recursos y habilidades, medir el apoyo popular que disfrutan, con el objeto de evaluar los riesgos e idear los mecanismos que les permitan mitigar las amenazas que estos representan. Las elecciones representan especialmente un problema en la coordinación de esfuerzos entre los opositores al dividirlos en función de las alternativas de lucha.

 

No menos importante, las elecciones permiten activar la población para manifestar su apoyo al régimen y con ello, fortalecer las estructuras del partido y/o mecanismos de organización y movilización social.

 

Finalmente, en el marco internacional las elecciones generan legitimidad.

 

Pero no todas las elecciones realizadas por gobiernos autoritarios son iguales. Estas pueden variar, no solo según tipo de elección (nacionales, regionales, locales, o presidenciales, parlamentarias, referendos, consultas, etc.), sino también según la calidad del proceso. Ésta es de hecho, una de las características definitorias de un régimen autoritarismo.


Fuente: Electoral Integrity Project y V-Dem. Cálculos propios.
Nota: Índice de integridad electoral para todas las elecciones presidenciales y parlamentarias realizadas entre 2014 y 2017, analizadas por el EIP, en países con un índice de democracia electoral inferior al 0,5 según el V-Dem. 


Sin embargo, los datos recopilados entre 2014 y 2019 por el Electoral Integrity Project de la Universidad de Harvard muestran algunos datos contra intuitivos. El primero de ellos, es que, aunque la mayoría de las elecciones en estos sistemas son de muy baja integridad (74%) los regímenes autoritarios también realizan elecciones de media y alta (21% y 5%) niveles de integridad.

 

Sistemas autoritarios que alcanzan altos niveles de institucionalidad y estabilidad política, así como aquellos que se sienten seguros del apoyo popular, o que han logrado desarticular a los actores opositores, se atreven a organizar elecciones con niveles medios e incluso altos integridad. Inversamente, estas también pueden ser el resultado de complejos procesos de negociaciones en los que la comunidad internacional logra imponer la adopción de reglas democráticas.

 

Pero, paradójicamente, las elecciones con altos niveles de integridad en contextos autoritarios no garantizan resultados democráticos. Aunque son los procesos electorales presentan las mayores probabilidades de producir una transición (1 de cada 3 – ver gráfico), son también los procesos que originan el mayor número de retrocesos autocráticos (1 de cada 3), mientras que el tercio restante no genera cambio alguno. En resumen, las elecciones con altos niveles de integridad son genera alta incertidumbre sobre los resultados.

 

En sentido opuesto, las elecciones de baja calidad en regímenes autoritarios generan pocas transiciones (13%), pero también generan menos retrocesos autocráticos (4%), mientras que el restante 83% no genera cambios del sistema político (transiciones o regresiones). Finalmente, las elecciones de calidad media se encuentran en un punto intermedio en cuanto a sus resultados, al generar 22% de transiciones y 11% de regresiones autoritarias.


¿Qué conclusiones podemos sacar de esto?

La primera y más importante, es que las elecciones, incluso bajo las peores condiciones imaginables, siempre generan gran incertidumbre a los gobernantes autoritarios. Por ello son el mecanismo democrático de lucha política por excelencia.

 

La segunda conclusión es que las condiciones importan, por lo que la lucha por las condiciones también importa. Cierto, las elecciones democráticas con altos niveles de integridad electoral no garantizan una transición, sin embargo, ningún mecanismo aislado puede generarlas. Las elecciones por si solas son necesarias, incluso imprescindibles, pero no suficientes.

 

En tercer lugar, el inmenso porcentaje de retrocesos autoritarios generados a partir de procesos electorales con altos niveles de integridad electoral, recuerdan que las fuerzas democráticas deben buscar mecanismos que permitan que esas condiciones electorales democráticas se expandan y transformen en condiciones políticas democráticas más amplias, que impidan a movimiento, partidos y líderes autoritarios revelarse contra resultados electorales potencialmente democratizadores.

#Elecciones
#Elections
#Democracia
#Democracy
#Autoritarismo
#Autoritarianism
#ElValorDeLaDemocracia
#PosmoniciónPolítica
#HectorBriceno

Comentarios

Los más vistos