REFLEXIONES SOBRE LA INEQUIDAD DESDE EL MUNDO Y MEDIO. Parte III La Riviera Maya: Una ilusión festiva

Por Ale Cabrera


La Riviera Maya es un invento para el placer de los turistas. Un paraíso desde todo punto de vista, más aún para un alma caribeña como yo. Pero no está hecho para el disfrute de los mexicanos ni los locales, los Yucatecas, ni los Mayas. Los precios en dólares son sencillamente inaccesibles para el mexicano promedio, aún para aquellos con mejores sueldos.


La primera vez que vine a México, fue de vacaciones y con tarjetas de crédito canadiense. Fue un shock inesperado. Muy segura de mi aspecto latino y mi acento caribe, pensaba que pasaría desapercibida. Los primeros días fueron duros, porque podía ver el dolor y el cansancio detrás de las sonrisas de hospitalidad, esperando por una jugosa propina en dólares. Me conflictuó ser parte de una maquinaria exploradora de almas, disfrutando de un espacio falso, creado para el placer de extranjeros.


Esta vez, en una estancia que no interrumpe mi cotidianidad laboral ni materna, he podido dar más espacio a las inquietudes, de mí yo sociológico, escondido detrás de mi trabajo en empresas de tecnología.


Observaciones ingenuas y quizá incorrectas sobre la Riviera Maya


En Playa del Carmen, la playa está al acceso de todos. Las cuatro a seis cuadras al norte y 50 cuadras al este forman el cuadrado de la zona turística y segura, marcan una fantasía construida para extranjeros. En el centro de este cuadrado, los comercios están llenos casi las 24 horas con fiesta permanente, donde no hay carencias y casi todos están celebrando. Allí no vive nadie, pero siempre está llena la vía. Las cuadras del centro de Playa está llena de turistas de paso, y locales que vienen a atender en los negocios. Y también hay algunos otros que vienen a comerciar ilegalmente o simplemente pedir limosnas. Fuera de allí, la pobreza no se maquilla ni se oculta. Las tiendas esperan vacías por turistas que nunca llegarán. Esperanza que se aviva por los pocos exploradores, que cazando mejores precios y buscando probar los sabores reales de latinoamérica, saliendo del cuadrado seguro, mantienen la esperanza viva.



(Familia Yucateca sentada sobre el Sargazo no limiapdo durante un día de playa en familia).


En Tulum en cambio, la selva y la zona sagrada Maya protege el acceso al mar. Así que solo los mejores hoteles ofrecen acceso al paradisiaco mar caribe. El centro turístico de Tulum quedó entrelazado con la zona de tiendas y restaurantes del pueblo. Las casas, los colegios, los hospitales y las oficinas están entretejidas con las casas de cambio y los restaurantes con menú en varios idiomas. Esto permite que pequeños comercios puedan disfrutar de las oleadas de turistas buscando la experiencia auténtica latinoamericana, en un espacio festivo y seguro.


Cancún tiene una zona hotelera con acceso privilegiado a las playas y un centro de pueblo que se aleja del lujo y los dólares.  Fuera de la zona hotelera y las tiendas para turistas, el centro y el mercado es sucio y empobrecido. Un pueblo latinoamericano que no resalta ni se diferencia de otros en la región. Lleno de vendedores ambulantes, comida callejera y gente cansada llegando o regresando del trabajo. 


Los tres lugares cuentan con playa de acceso público y precios diferenciados para mexicanos, que en la mayoría de los casos son mucho más económicos que los precios para turistas. Sin embargo, la línea invisible de la inequidad está bien marcada en el acceso a restaurantes y comercios. Los precios son sencillamente impagables para los locales.



Detrás de bastidores

El paradisíaco Yucatán, está fuertemente resguardado por la policía y los militares, quienes con los rostros cubiertos y armas largas desenfundadas y pseudo engatilladas, deambulan entre la gente sin decoro, infundiendo tranquilidad a los turistas y terror entre los que venden sin permiso, que corren al solidario anuncio para esconderse y evitar ser sancionados.


Pueblos pobres, con miles llenos de ilusión de obtener ganancias gracias a los extranjeros, a quienes le han dado cambió su mar sagrado, su cultura y tradiciones. A diario se disfrazan con trajes típicos ancestrales o culturalmente famosos. Un lugar hermoso, que para unos es una deliciosa fantasía que acaba en el aeropuerto y para otros una dura realidad de pobreza ilusa, que sueña con terminar de la mano de los dólares de los que vienen desde lejos.



*Ale Cabrera es socióloga, maestra, Data Scientists y mamá. Nómada digital y Homeschooler.
Para conocer más sobre su trabajo te recomendamos a visitar su página web: https://www.alecabreracoaching.com/

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