Reflexiones sobre la inequidad desde el mundo y medio. Parte II: geolocalización a conveniencia
Por Ale Cabrera*
El nomadismo fue una práctica popular en las tempranas páginas de la historia. Con los beneficios de los asentamientos y la propiedad, los nómadas fueron desapareciendo, sin embargo la movilidad entre territorios se mantuvo vigente. Y puede ser considerada un placer, un derecho, una posibilidad, una necesidad, una alternativa o una salvación, depende de muchas condiciones en las que se encuentre la persona que decide o acepta cambiar de espacio físico para habitar.
El acceso a internet, los computadores portátiles y la facilidad de rentas inmobiliarias de corto y mediano plazo facilitaron el resurgir del nomadismo, simplificando su práctica. Nuestros ancestros se movían entre territorios buscando mejores condiciones y alimentos y llevaban a cuestas todas sus pertenencias. Nosotros, los llamados nómadas digitales, solo cargamos un morral con poca ropa y equipos para trabajar.
Hay muchas razones para convertirse en nómada digital, principalmente relacionadas con la libertad de viajar, de planificar las horas de una manera más cónsona con uno mismo, evitar el tiempo de traslados desde y hacia la oficina y también de aprovechar recursos en otras latitudes, bien sea mejor clima o una economía más favorecedora.
Yo creo que en el mundo del trabajo digital las inequidades económicas y sociales se ven con mayor claridad, y son más difíciles de ocultar, principalmente porque casi todos estamos vinculados a la data y las comunicaciones. Así hemos hecho público el debate sobre el concepto salarial que se asocia a la geolocalización. Las personas que tienen su residencia en el tercer mundo pueden llegar a cobrar hasta la mitad de lo que gana un colega a su mismo nivel en Silicon Valley. Ambos rinden igual, ambos producen similares beneficios para la empresa. Pero se asume que ambos necesitan distintos ingresos para tener una buena calidad de vida.
Hay muchas razones económicas por las cuales el mismo bien tiene precios diferentes en distintos lugares, sin embargo la remuneración laboral no debería, en mi opinión, estar ligada a lo que se necesita para vivir, sino al trabajo que se produce. No se le paga diferente a quien vive en una casa de tres pisos y a quien vive aún con sus padres sin pagar renta ni hipoteca. ¿Por qué se paga diferente dependiendo de la ciudad en la que se habite?
Hay numerosos ejemplos de cómo el incremento de trabajadores remotos han afectado la economía de las ciudades, haciendo los precios incrementarse y ser difíciles de cubrir por los locales. En Mérida, México, por ejemplo, un nuevo santuario de nómadas digitales, una casa antes del COVID costaba 250$ mensuales de alquiler, precio que era difícil de pagar por los locales. Hoy, tres años después, la misma casa cuesta 1000$ de alquiler mensual. La explicación corriente, es que los nómadas digitales, al tener un salario mayor al promedio de la gente de la ciudad, pueden pagar precios más altos, y al haber una demanda a mayor precio, la oferta se ajusta, y se alzan los precios. Eso, en mi opinión es extorsión, una plusvalía creada por ambición de ver a alguien que puede pagar más y hay que aprovecharlo.
El precio de los bienes al ser regulado por la ley de la oferta y la demanda, abre paso a las inequidades y la extorsión. Si una botella de agua cuesta 20 centavos en el supermercado, ¿por qué se paga 10 veces por la misma botella en un restaurante o un aeropuerto? Ciertamente hay costos de traslado asociados, pero gran parte del precio es inflado porque se sabe que hay una necesidad y la posibilidad de pagar por eso. La botella de agua más cara que he pagado en mi vida fue una completamente congelada casi imposible de beber, en el centro de Roma a 45 grados centígrados en una ola de calor de verano. Una de las mejores inversiones que he hecho, debo agregar.
Pero se asume que el que tiene más puede y debe pagar más. Es muy frecuente ver que los vendedores ambulantes inflan los precios según el color de la piel y el idioma del comprador. Muchas veces me ha pasado que me ofrecen el producto hasta 5 veces por encima del valor. Monto que baja cuando reconocen como igual diciendo “ venga hermana entre latinos nos ayudamos, ese era precio de extranjero, porque ellos tienen.
Sin embargo, los viajeros, turistas y trabajadores, esperan disfrutar de los beneficios y bienes a precios justos. Internet nos ha hecho muy sencillo aprender sobre valor de la moneda y costos de los bienes. He visto a europeos regatear como cualquier latino. Y también he visto a muchos locales levantar su voz indignada contra la extorsión al turista.
Y yo entiendo que pagar salarios de San Francisco a personas en Rumania crea distorsiones en la economía al ajustar precios al que tiene más, pero esto no es por el nomadismo digital, son las inequidades del mercado explotadas y la ambición las que juegan un papel importante. Ajustando los salarios a la zona de residencia solo se está tratando de corregir el problema por las consecuencias, sabiendo que las causas son inmanejables, porque la ley de la oferta y la demanda sólo se quiebra con controles, que crean aún más distorsiones.
Desde mi hendidura del mundo y medio, no entiendo cómo esperan hacernos creer que un ingeniero en Colombia vale menos que uno en San Francisco. O digamos, le pagamos a todos igual por el valor de su trabajo, o entonces pagamos los bienes según nuestra capacidad económica. Si un almuerzo me cuesta 15$ en Montreal, pues eso pago en México o en Barcelona o en Croacia. En el mundo y medio, donde yo vivo, me parece injusto que se le cobre más al extranjero porque tiene. Si el coco cuesta 2$, ¿por qué tendría que pagar 5$ por tener la piel clara y hablar francés?
Si los nómadas digitales y los turistas queremos ir a sitios más económicos para rendir mejor el dinero y eso es correcto y justo, ¿No debería aplicar la misma lógica para el ingeniero en Guatemala o en Rumania? , ¿que aprendió inglés y que trabaja al nivel de su colega en San Francisco, y así cobrar más porque lo hace con un nivel de exigencia diferente?
Para mí es la misma imagen vista desde la otra esquina: esperar consumir bienes a precios de local cuando se tiene un nivel adquisitivo mucho más alto, implica esperar el mismo salario por el mismo trabajo. Una solicitud que las mujeres tenemos ya muchos años haciendo. Si aumentar los precios al extranjero está mal y es extorsión, bajar el salario al que vive en el tercer mundo también lo es, porque se está teniendo un beneficio mayor pagando mucho menos de su valor en el mercado.
Sin dudas Alejandra, en estos tiempos se hace necesario un trabajo de campo permanente con respecto al costo de los servicios e insumos. Encontrar el equilibrio, o al menos, el justo valor (o acercarse). Es duro el papel de turista o "nómada digital", como te defines. Creo que lo que debes lograr hallar, es el país que te funcione mejor. Un artista sueco que admiro y sigo hace años, llegó a confesar eso: Descubrió a Malta, y se estableció allá. Considera que para él, es mejor país, por varias razones de peso. Otro artista que es español, se estableció en Los Ángeles, desde hace varios años. Vive feliz. Así, un paisano venezolano, estuvo en Inglaterra y luego de entender que podría estar mejor en otro país, se trasladó con su familia hasta Shagai, confesando que está mucho mejor ahora. Encontrar tu entorno ideal, acorde a tus expectativas personales es posible.
ResponderBorrarGracias por tu comentario Alfredo. Creo que definitivamente es muy válido encontrar el entorno en el que nos sentimos felices. Y puede ser temporal o permanete. Y además puede cambiar con el tiempo. Lo que me inquieta desde hace varios años, es ver a mis colegas recibiendo sueldos significativamente menores solo por donde esta ubicada su residencia. Quizá tengan razones de peso las empresas, pero a mi no me resuena.
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